Resurge constantemente para cumplir su cometido fundamental, que consiste en enamorar.

JULIO ARBESÚ
ESCRITOR
Suele funcionar mejor un bar cuando se halla en una zona con otros bares, de modo que juntos formen un ambiente. Del mismo modo, una canción tiene más posibilidades de perdurar si se inserta en un conjunto con personalidad, ya sea el repertorio de un intérprete famoso, la obra de un gran autor, o cantautor, o bien la corriente vigorosa de un género que perdura.
"Volver" no es una canción a secas, es un tango, una obra maestra del tango. "La bella Lola" tampoco es una canción a secas, es una habanera. "Garota de Ipanema" es la cumbre de la bossa nova. Y "El reloj" es una obra maestra de otro de los grandes géneros: el bolero, esa corriente profunda no solo musical, esa manera de entender las relaciones de pareja y la vida, ese sello de la personalidad latinoamericana en el mundo, esa emoción capaz de poner la carne de gallina a millones de personas cuando empiezan a sonar tres guitarras.
Han cantado boleros Antonio Machín, Javier Solís, Los Panchos, Nat King Cole, Armando Manzanero y muchos otros; pero lo que más dice de su fortaleza es que los han seguido cantando hasta nuestros días otros muy variados intérpretes no especialistas del género: Roberto Carlos, María Dolores Pradera, Ana Belén, Caetano Veloso, Julio Iglesias, Luz Casal, los Tres Tenores, Andrea Bocelli, incluso Marta Sánchez. El bolero es una fuente que resurge constantemente para cumplir su cometido fundamental, que consiste en enamorar.
El bolero es una máquina de enamorar. "Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir te quiero". "Si tú me dices ven, lo dejo todo". "Esta tarde vi llover, vi gente correr, y no estabas tú". "Yo sé que estoy ligado a ti más fuerte que la hiedra". El bolero se cree lo que dice, no hace ninguna concesión a la ironía, toma en serio al amor, como si fuera a durar siempre. Más que contar una historia, intenta convencer con unos argumentos. En cuanto a su música, no se distrae con cambios de ritmo; puede ser que tenga una introducción lenta, pero en cuanto toma su ritmo andantino cuatro por cuatro, ya nada lo perturba. Quedaría fatal en un bolero un estribillo con "laralá" o algo similar. Lo dicho: el bolero es profundamente serio, cumple la sagrada función de enamorar, y tan solo cuenta con dos o tres minutos para decir lo que quiere decir; por eso es preciso y conciso en sus palabras.
¡Cuánta ignorancia acumulamos sobre el gran arte musical del siglo XX y lo que llevamos del siglo presente: la canción popular! Consideramos a ese tesoro artístico como un hermano menor de la gran música: la ópera y el repertorio sinfónico. No nos engañemos, la copla, la canción de cantautor, el tango, el rocanroll, la bossa nova, el bolero y tantos otros grupos de canciones merecen la rigurosa atención de los estudiosos y la permanencia en la memoria del público para ir aquilatando un corpus clásico. Acabemos con la ignorancia y el desprecio. Sepamos por qué "Volver", "El reloj", "Falsa monea", "Alfonsina y el mar", Mediterráneo", "Yesterday" o "No me quitte pas" son obras maestras del arte de todos los tiempos. Pero más importante que saberlo es sentirlo, es nutrirse con ese alimento del alma que nos hace vibrar con todas nuestras cuerdas interiores: la música.
En cuanto al bolero en particular, en el teatro de El Entrego este viernes a las ocho de la tarde intentaremos aportar un poco por ese doble camino del conocimiento y la emoción, gracias al sabio criterio de la asociación cultural Cauce del Nalón, organizadora del acto, que atiende para todas las expresiones de lo que llamamos, con letras mayúsculas, CULTURA.
[Copyright La Nueva España, 22-5-2009.]