El autor, invidente, presenta en La Felguera su libro Viaje a la luz. Paseo con Hitchcock por Córdoba y Granada.
ENRIQUE COROMINAS
El 23 de abril, a las 20.00 horas, el escritor Alfonso Corominas (Oviedo, 1953) va a realizar una presentación del libro que acaba de publicar, Viaje a la luz. Paseo con Hitchcock por Córdoba y Granada, editado por Alhena, en la Casa de la Cultura de La Felguera, acto organizado por la Asociación Cauce del Nalón y la Asociación Sociocultural de Mujeres El Alba con el Club LA NUEVA ESPAÑA. Siendo el pequeño de 14 hermanos, con la edad de 10 años se muda con su familia a Madrid, traslado éste que no supuso una ruptura con Asturias. Aquí se formaron sus recuerdos de infancia, recuerdos vistos y vividos, en el parque de San Francisco, en las paredes de Santa María del Naranco o en la Catedral, como el mismo nos relata; aquí se afincaron cinco de sus hermanos, lazos familiares que propiciaron el mantenimiento y actualización de su conocimiento de las gentes y las costumbres de esta su tierra.
Con 20 años y estando cursando Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid, se queda ciego debido a una enfermedad genética, la retinitis pigmentaria, no siendo esto impedimento para que en 1978 finalice su licenciatura, especializándose en el proceso de datos y diseño de sistemas informáticos de gestión, siendo en la actualidad el director de Desarrollo de Cuentas en Tecnologías de última generación de Caja Madrid.
Su carácter afable, bonachón y socarrón impregna desde un principio el manuscrito. Libro con una narrativa fácil, con un lenguaje donde lo culto no se torna innatural, engarzando en una prosa familiar y cercana. Lenguaje utilizado de forma interesante, transportándonos a Córdoba y Granada, invitándonos a pasear por sus calles, mostrándonoslas desde una orilla desconocida, donde el gusto, el oído, el tacto y el olfato relegan al otro sentido.
Narrativa atrayente, donde grandes dotes de fino humor nos hacen más amena una lectura que nos empuja a contemplar y relacionarnos con nuestro entorno de una forma inusual, atendiendo a ese «aroma de tempranas flores con el apetitoso perfume de los fritos» de una primavera en Córdoba, escuchando ese andar de las cordobesas que «agobia de ansiedad el ánimo del más firme varón», de tapear por Córdoba y localizar esas «aceitunas memorables» que con tantos detalles nos describe, yendo luego a catar el «monumental» cordero a la miel del Caballo Rojo o dejándonos con ganas de abrazarnos a cada una de las columnas de la Mezquita, para testar lo «... pulidas, dulces, cremosas... como de cera» que son y las diferencias que entre ellas existen, aspectos ocultos y desconocidos para la mayoría.
Sorprende la forma de abordar el viaje, quizá sea su formación técnica, pues sólo una persona con una capacidad imaginativa enorme podría haber tenido los suficientes recursos para fusionar sus percepciones con las descripciones que Pilar, su inseparable e inmejorable compañera de viaje, le traslada de los lugares, haciéndonos dudar de aquello de Francisco de Icaza «? no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada».
Jorge M. Reverte, en un magnífico prólogo al libro, nos insiste en que «no estamos ante el libro de un ciego», Alfonso «nos cuenta un viaje y nos demuestra que siempre hay algo que se nos escapa; que podríamos gozar en un viaje acompañado por su libro, de una manera distinta, de lugares como los descritos».
Viaje a la luz nos obliga a dar un paso adelante en la forma de concebir los viajes, mutando el ¿qué hay que ver? que formulamos cuando solicitamos consejo sobre una ruta o lugar por un requerimiento más general, ¿qué me recomiendas? Nos abre los ojos para en el futuro ser capaces de percibir y atender lo que todos los sentidos reciben, ayudándonos a formar una imagen completa y con todos los matices de lo conocido. Sé que no me permitirán como a él tocarle las barbas a «El Moisés» de Miguel Ángel o apoyar mi codo en la pierna de «El pensador» de Rodin, pero sí puedo afirmar que no finalizaré mi siguiente paseo por la Mezquita de Córdoba sin abrazar alguna de sus columnas.
[De La Nueva España, 22 de abril de 2010.]