Nuestra asociación nació en el año 1996. Desde entonces está asiduamente presente en las actividades culturales de todos los concejos que conforman el valle del Nalón: Langreo, San Martín del Rey Aurelio, Laviana, Sobrescobio y Caso. Así, Ciencias, Literatura, Filosofía, Sociología, Política, Arte, Urbanismo y ordenación del territorio, Patrimonio arqueológico industrial y natural, Economía, Historia, Geografía, Sanidad, Teatro, Música, Gastronomía, y muchas otras materias, conforman año tras año nuestros programas culturales, con actividades abiertas no sólo a los socios, sino también al público en general.

martes, 8 de junio de 2010

De La Madrid repasó los comienzos del cine en Asturias a través de sus películas

El historiador presentó en Ciaño su libro en el que recoge las filmaciones proyectadas en la región entre los años 1896 a 1925.


Langreo, J. A.VEGA

Fundido en negro. Interior de la Casa de la Buelga... Podría parecer el comienzo de un guión sobre una película de época, pero fue la realidad con la que se encontraron los espectadores que acudieron a la presentación del libro «Ocho mil películas del cine primitivo. Asturias 1896-1925», de Juan Carlos De la Madrid. El acto fue organizado por la Universidad de Oviedo y la asociación Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA de Las Cuencas. De este modo, y en una animada charla, De la Madrid invitó a los asistentes a tener las mismas sensaciones que experimentaron los gijoneses en el año 1896 con la llegada del cine.

Por eso, utilizó imágenes y músicas del período de entre siglos al que dedica su publicación. También dio una explicación de cómo, dónde y junto a qué espectáculos se proyectaban; quién era su público y cómo vivía por aquel entonces. La primera aclaración llegó con la confirmación de que Asturias se incorporó rápidamente a esa nueva aventura, porque el 12 de agosto de 1896 se vieron las primeras imágenes en movimiento en Gijón y Avilés, solo tres meses después de su estreno en Madrid. La siguiente parada llevó el cine a Oviedo en septiembre de ese mismo año, coincidiendo con las fiestas de San Mateo. En cuanto a su acto de presencia en las comarcas mineras, éste no estaba datado, aunque el autor aprovechó para comentar en primicia que una publicación francesa que está a punto de salir a la luz hará referencia a la presentación del cinematógrafo en La Felguera (Langreo) en el año 1897.

Juan Carlos De la Madrid también describió cómo eran las funciones, en las que el cine era un trozo de un espectáculo más complejo que constaba de dos partes, una teatral y otra en la que entraban números de magia, escapismo y ventrílocuos. En esos números, conocidos como teatro sicalíptico, los cuplés subidos de tono eran los protagonistas. Un elemento para atraer a las clases más populares, animadas además por los precios reducidos. Además, a partir de 1904 y con la aplicación de la Ley de Descanso Dominical, el pueblo se animó todavía más a acudir a estos espectáculos.

El escritor comentó que la burguesía se interesó desde el primer momento por el fenómeno, aunque visto desde una vertiente científica gracias a las demostraciones específicas que se hicieron con el sistema de los hermanos Lumière.

También De la Madrid usó como ejemplo de ello el precio que se pagaba por ver estas imágenes en movimiento en el Teatro Jovellanos de Gijón -una peseta- que «era todo un dineral para la época». En los primeros años, las sesiones consistían en la simple proyección de imágenes traídas del exterior. Más tarde, se comenzó a rodar en Asturias y de ahí surgió «La llegada del tren a Llanes», una obra que De La Madrid comparó con la conocida filmación realizada anteriormente por los hermanos Lumière en París para presentar el cinematógrafo donde se visionaba la llegada de un tren. También habló el escritor con detenimiento de las imágenes rodadas por los portugueses Marqués y Acevedo en Gijón, en concreto las vista del rompeolas, del Campo Valdés y de la salida de misa de San Pedro, que se proyectaban en estos espectáculos.

El autor recordó que, durante sus primeros veinte años en Asturias, el cine se utilizó como un complemento del espectáculo de las varietés. Sin embargo, y con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, se convirtió «en un, más o menos, respetable espectáculo de masas, y en una industria cultural nueva». De la Madrid señaló al respecto que, en ese momento, los contenidos picantes de los espectáculos de varietés fueron dulcificándose y se comenzaron a presentar películas más largas en las que, como ocurría con las obras de teatro, «había planteamiento, nudo y desenlace».

Todo ello hizo que el cine terminara convirtiéndose un espectáculo de masas en el que «coincidían las clases populares y las más pudientes».

[Copyright diario La Nueva España, Oviedo, 8 de junio de 2010.]