El escritor langreano presentó en la Casa de Cultura de Sama el cuaderno de poesías «Límites del camino»
Langreo,
El escritor langreano David Piquero Soto presentó en la Casa de la Cultura de Sama su primer libro, «Límites del camino», una obra compuesta por 170 poemas que supone una «búsqueda y la necesidad de encontrar el propio espacio vital», en palabras del autor. Un «buscarse» para «descubrir el camino e ir labrando el propio destino», primeramente «desde la palabra». El acto, en el que se recitaron algunos de los textos más significativos del poemario, fue organizado por la Asociación Cauce del Nalón, en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. Piquero explicó que en sus poemas está presente «la incredulidad, el dolor y la ausencia, la soledad o los propios fantasmas que habitan en uno» y que la temática aborda cuestiones cotidianas filtradas por la perspectiva personal del poeta como el «amor, el desamor, el desasosiego, la amistad, la distancia, el pesar o la necesidad». Pese a todo, el poemario aspira a transmitir «mensajes de aliento» al caminante en ese periplo que es la vida. Apoyándose en «imágenes y símbolos que me resultaron sugerentes», el libro, además de recorrer ese camino personal, rinde tributo a algunas personas importantes en la vida del poeta, como el fallecido Ramón Felgueroso. La obra está acompañada de ilustraciones de ex alumnos de la Escuela de Artes, entre los que figura María Piquero, hermana del autor. Además, la portada, que refleja los pies desnudos del cansado caminante, es obra de la madre de ambos, María Luisa Soto. En la presentación, Piquero estuvo acompañado por Francisco Villar, que introdujo el acto, así como por Javier García Cellino y Xulio Arbesú, que presentaron al autor y su poemario. Arbesú leyó un texto de Francisco J. Lauriño, que a última hora no pudo acudir a la presentación por motivos de salud. «En David Piquero hay una coherencia que trasmite fidelidad a sí mismo y ansias de liberación y desahogo. El libro es para su propio autor un bálsamo, un lenitivo que calma el ardor de vivir en un mundo que acogota a quien, como pieza pedestre, no quiere ensamblarse en él como uno más del montón», expresó Lauriño en el texto leído por Arbesú. Lauriño también destaca que los «casi 200 poemas que componen la colección puede leerse como si fuera uno solo, hay una continuidad que los hace unívocos y que los presenta ante el lector como un todo». Por su parte, Javier García Cellino resaltó que muchos de los poemas revelan a un autor «que busca, que se mueve entre las dudas, al que el mundo le parece una mezcla de contrarios: el blanco y el negro, el día y la noche, la vida y la muerte, la alegría y la tristeza». El poeta, en esas ocasiones, según remarcó Cellino, «se alza en la oscuridad, quiere que las estrella le iluminen». Cuando se abandona el intento de autoafirmación, «los poemas se vuelven meditativos, con una cierta introspección filosófica». También resaltó Cellino poemas como el dedicado a Ramón Felgueroso, un recuerdo del amigo fallecido en el que «reta a la muerte, no admite que borre definitivamente esos trazos que nos unieron a los seres queridos».
[Copyright diario La Nueva España, 2-11-11, incluyendo fotografía.]
