Foto: Fernando Rodríguez. |
Sotrondio, J. A. VEGA
En la historia de la cirugía es necesario nombrar a Hipócrates, Galeno o Avicena, pero también, aunque pueda parecer extraño, al Padre Feijoó. Esta información fue aportada por Enrique Martínez, cirujano y catedrático emérito de la Universidad de Oviedo, en una charla organizada por la asociación Cauce del Nalón, en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El ponente fue presentado por Julio Arbesú y Jorge González, miembros de la asociación, y por Enrique Fernández, alcalde de San Martín del Rey Aurelio.
Enrique Martínez, hijo predilecto del municipio, comenzó su intervención diciendo que «la cirugía siempre se ha basado en actos manuales y es tan vieja como los humanos». Tiene cuatro funciones: unir lo que está separado, separar lo que está unido, extirpar y reponer estructuras. Esas funciones ya eran utilizadas en la Prehistoria porque se suturaban heridas con fibras vegetales o tendones animales y también se usaban torniquetes. Martínez destacó la técnica de la trepanación que consiste en practicar agujeros en el cráneo y de la que se han encontrado pruebas en todas las regiones del mundo. Las civilizaciones antiguas en las que ya aparece la escritura, hacían un tratamiento instintivo de los traumatismos y comienzan a utilizar técnicas más evolucionadas.
Hay que esperar a la época grecorromana para que aparezca una concepción científica de la enfermedad, gracias a personalidades como Hipócrates o Galeno. En ese tiempo ya se usaba cantidad de instrumental quirúrgico de hierro y bronce como sondas, fórceps, catéteres o bisturís como los encontrados en la Casa del Cirujano en Pompeya. La desaparición del imperio romano y su desmembración en dos territorios también influyó en la cirugía. En Occidente todo el saber es dominio de los monjes hasta que un Papa promulga una bula que les prohibe tratar con sangre con lo que su trabajo pasaba a ser desempeñado por los barberos. Sin embargo, en la otra parte del antiguo imperio hay un florecimiento con nombres como Avicena en Persia, Pablo de Egina en Constantinopla o Abulcasis en Córdoba.
Pero hay que esperar hasta el siglo XVII para que la cirugía entre en la universidad. En España se produce en el XVIII cuando se crean los Reales Colegios de Cirugía, puestos en marcha por el Ejército en Cádiz y Barcelona. El gran defensor de la especialidad médica en Asturias fuer el Padre Feijoó que ayudó a eliminar supersticiones en torno a la medicina y propició la primera lección de anatomía en Oviedo.
Uno de los grandes avances de los dos últimos siglos fuela lucha contra el dolor, que cambia en el año 1846, cuando Morton incorpora la anestesia en las operaciones. El otro avance es la lucha contra la infección que viene de la mano de Pasteur que descubre los gérmenes y de los tres científicos que descubrieron la penicilina, de los que Fleming se llevó la fama. Durante el siglo XX se produce la revolución tecnológica con avances científicos, diagnósticos más precisos, la aparición de los rayos X, la endoscopia, la miniaturización y digitalización.
Martínez finalizó su intervención hablando de la revolución de la biología molecular con los trasplantes de órganos y la fabricación de órganos bioartificiales. Para él, la cirugía robótica y la telecirugía «son la ciencia del futuro que ya es presente».
[Copyright diario La Nueva España, 14-2-12. Fotografía: Fernando Rodríguez.]