RICARDO LABRA (poeta)
Los estudiosos de la literatura suelen buscar a los autores de los que un poeta se ha nutrido en sus primeros años, las fuentes en las que ha encontrado el r eflejo de su voz. En el caso de Ángel González se citan con frecuencia las influencias decisivas de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado. Él mismo los ha citado reiteradamente. Pero en la formación de un poeta aparecen otros aspectos contextuales que resultan incluso más determinantes que las primeras lecturas para explicar o entender su visión poética, aunque la crítica suele dejarlos al margen por resultar muy difícil su valoración. Yo creo que en Ángel González y en la génesis de su obra ha sido fundamental la presencia de cuatro mujeres que han actuado, de acuerdo al papel que les ha tocado a cada una de ellas, como auténticos ángeles tutelares o seres luminosos a lo largo y ancho de su vida. Mucho se podría hablar de la influencia que ejercieron su madre, María, su hermana Maruja, y Soledad, que llegó a ser una más de la familia. Él es en buena medida el resultado final de sus sueños y desvelos, el éxito de sus fracasos, la inasequible fuerza de su desaliento. Esta contribución femenina a la cosmovisión gonzaliana se complementa con la influencia de la mujer más decisiva en la vida y en la obra de Ángel González, con Susana Rivera.
Susana Rivera simboliza, mejor que cualquier otra referencia literaria, la evolución poética de Ángel González hacia su segunda etapa creativa. La época americana del Ángel profesor, la época en la que el Ángel erudito profundizó más sobre su concepción poética, la época en la que releyó en profundidad a Antonio Machado, la época en la que se reafirmó en sus postulados poéticos, afinando sus presupuestos estilísticos y estéticos, plantando cara a las nuevas corrientes irracionalistas y culturalistas -los novísimos- que con tanto empeño enarbolaban los poetas más jóvenes.
Susana Rivera es actualmente profesora del departamento de Español de la Universidad de Nuevo México. Huelga decir que nos encontramos ante una experta en Ángel González y ante el mayor referente que nos podemos encontrar al margen de su obra; la mejor conocedora -testigo y cómplice- de los entresijos humanos y creativos cruzados en las dos orillas por las que ha transitado la obra poética del poeta asturiano durante los últimos treinta años. Su actuación ha sido decisiva para la publicación fidedigna, hasta la última coma, del libro póstumo de Ángel González: «Nada grave». Los poemas de amor más intensos del autor de «Palabra sobre palabra» y, por lo tanto, de la poesía española contemporánea están inspirados en esta mujer de sabia sonrisa y ojos silenciosos: «Este amor ya sin mí te amará siempre».
Son muchos los homenajes que se han realizado a Ángel González desde el mes de enero y muchas las cosas que se han dicho y escrito sobre el autor de «Áspero mundo»; de ahí el significado clarificador y emocional que adquiere el que Susana Rivera vuelva de nuevo a La Felguera, antes de regresar a Estados Unidos, para hablarnos del poeta lúcido que ella tan bien conoció. Susana Rivera vuelve a La Felguera para ahondar en las interrogaciones gonzalianas, para explicarnos la génesis de algunos de sus mejores poemas y para recuperar un poco el tiempo perdido con el abrazo de sus amigos.
Hoy, a las ocho de la tarde, en la Casa de Cultura de La Felguera, cantarán de nuevo los horizontes.
[Copyright La Nueva España, 31-10-2008.]
Susana Rivera simboliza, mejor que cualquier otra referencia literaria, la evolución poética de Ángel González hacia su segunda etapa creativa. La época americana del Ángel profesor, la época en la que el Ángel erudito profundizó más sobre su concepción poética, la época en la que releyó en profundidad a Antonio Machado, la época en la que se reafirmó en sus postulados poéticos, afinando sus presupuestos estilísticos y estéticos, plantando cara a las nuevas corrientes irracionalistas y culturalistas -los novísimos- que con tanto empeño enarbolaban los poetas más jóvenes.
Susana Rivera es actualmente profesora del departamento de Español de la Universidad de Nuevo México. Huelga decir que nos encontramos ante una experta en Ángel González y ante el mayor referente que nos podemos encontrar al margen de su obra; la mejor conocedora -testigo y cómplice- de los entresijos humanos y creativos cruzados en las dos orillas por las que ha transitado la obra poética del poeta asturiano durante los últimos treinta años. Su actuación ha sido decisiva para la publicación fidedigna, hasta la última coma, del libro póstumo de Ángel González: «Nada grave». Los poemas de amor más intensos del autor de «Palabra sobre palabra» y, por lo tanto, de la poesía española contemporánea están inspirados en esta mujer de sabia sonrisa y ojos silenciosos: «Este amor ya sin mí te amará siempre».
Son muchos los homenajes que se han realizado a Ángel González desde el mes de enero y muchas las cosas que se han dicho y escrito sobre el autor de «Áspero mundo»; de ahí el significado clarificador y emocional que adquiere el que Susana Rivera vuelva de nuevo a La Felguera, antes de regresar a Estados Unidos, para hablarnos del poeta lúcido que ella tan bien conoció. Susana Rivera vuelve a La Felguera para ahondar en las interrogaciones gonzalianas, para explicarnos la génesis de algunos de sus mejores poemas y para recuperar un poco el tiempo perdido con el abrazo de sus amigos.
Hoy, a las ocho de la tarde, en la Casa de Cultura de La Felguera, cantarán de nuevo los horizontes.
[Copyright La Nueva España, 31-10-2008.]