
En plena ola de reacciones favorables a la llegada de Obama a la Presidencia de los Estados Unidos, cabe reflexionar sobre la ilusión que suscita todo proceso de cambio sociopolítico hacia un estadio mayor de civilización, cuando a todas luces parece que se ha dado un gran paso en los valores de la democracia, la justicia, la estabilidad e incluso, no conviene olvidarlo, la protección del ecosistema planetario. Bush no fue un dictador, pero todo indica que se hubiera sentido cómodo en ese puesto si el país que sustentó su poder lo hubiera permitido. En cualquier caso, la historia juzgará con dureza las desastrosas consecuencias económicas, sociales, geoestratégicas, energéticas y ecológicas de su extremismo político.
Pero este artículo trata de otro proceso civilizador, el que en España vivimos a partir de 1975. A la muerte del dictador Franco, pocos españoles imaginaban que en tres años vivirían en una democracia más o menos homologable a la de los países europeos del entorno, con un Parlamento elegido por sufragio universal libre y secreto, con pluralidad de partidos, reconocimiento de las libertades básicas y una constitución aprobada en referendo por amplio margen. Eran muchos los que deseaban la democracia, pero también abundaban los satisfechos con los privilegios obtenidos en un régimen de partido único, plenamente identificados con una ideología excluyente, violenta, injusta y obsoleta. En sus manos estaban todavía muchos resortes del aparato del Estado.
El cambio no fue fácil, aunque a toro pasado lo parezca. Las generaciones que no lo vivieron no son conscientes del esfuerzo hecho por un pueblo para liberarse de ese lastre. Había miedo, hubo crímenes, hubo un intento de golpe de Estado, hubo una ultraderecha muy activa, se temía a un Ejército con importantes sectores reacios a someterse al poder civil democrático.
Para hablarnos detalladamente de ese proceso viene, invitado por la asociación Cauce del Nalón, a la Casa de Cultura de El Entrego hoy viernes, día siete, a las ocho de la tarde, el profesor Rubén Vega, de la Universidad de Oviedo, historiador experto en esos años de transición de los que tantos quedamos como testigos.
Ése es el cautivador reto de la historia contemporánea: discernir allá donde los datos son abundantísimos, pero todavía falta la perspectiva del tiempo; donde los árboles no dejan ver el bosque.
Muchos de los asistentes a una conferencia de este tipo verán removidos sus propios recuerdos, tendrán mil anécdotas en su mente, y confrontarán las opiniones del conferenciante con su propia valoración ideológica. El debate está servido.
Quizás tengan razón quienes consideran que la transición democrática española se está cerrando precisamente ahora con la recuperación de la memoria histórica y la condena explícita de nuestro fascismo particular, el franquismo. En 1978, cuando fue aprobada la Constitución que aún tenemos, todavía había vencedores y vencidos, y eso se traducía en abundantes implicaciones de la realidad cotidiana más cruda. Ahora ya no queremos vivir como vencedores y vencidos, sino como españoles en paz democrática, conscientes de la necesidad de recordar para no repetir.
Entendiendo así nuestro presente, es éste un momento idóneo para dejar que un historiador nos desempolve la memoria más reciente, con sus luces y sus sombras.
Durante los últimos veinte años, el profesor Rubén Vega ha venido trabajando sobre el período franquista y la transición democrática, siguiendo líneas de investigación centradas en asociacionismo, culturas del trabajo, movimiento obrero, organizaciones sindicales, conflictividad social y procesos de desindustrialización en un marco local y regional. De su intenso currículum caben destacar los libros: «La Corriente Sindical de Izquierda. Un sindicalismo de movilización», «CC OO de Asturias en la transición y la democracia», y «Clandestinidad, represión y lucha política» y «El movimiento obrero en Gijón bajo el franquismo, 1937-1962», del que es coautor junto con Begoña Serrano.
Entre 1998 y 2003 ha dirigido la Fundación Juan Muñiz Zapico de CC OO de Asturias. Actualmente tiene pendiente de publicación un libro acerca de la UGT en España entre 1976 y 1994. También participa en el proyecto «Voces del pasado», testimonios orales de la violencia política y la represión en Asturias, y es responsable de un proyecto de I+D+I dirigido a la creación de un archivo de fuentes orales para la historia social de Asturias que pretende recoger de su propia voz la memoria de las condiciones de vida y de trabajo de los asturianos en el siglo XX, poniendo los resultados a disposición de futuras investigaciones. De cara al futuro, trabaja en un proyecto de investigación acerca de los abogados laboralistas durante la dictadura franquista.
Si de algo puede presumir la asociación Cauce del Nalón es de ofrecerle un público atento e inteligente a todo aquel que en nuestra región, o muchas veces fuera de ella, tenga algo interesante que decir desde la autoridad del estudio y el trabajo. A su vez, ofrece a los habitantes de nuestra comarca y a quienes se quieran acercar ese valor insustituible del conocimiento presentado de boca a oído. El viernes tenemos una cita con nuestra historia más inmediata.
[Copyright La Nueva España, 7-11-08.]