Langreo, J. A. Vega
El escritor langreano Francisco J. Lauriño presentó el pasado viernes en la casa de cultura de
Lauriño comenzó leyendo un texto propio en el que reflexionaba sobre la literalidad de los textos y la narratividad, motivo que le sirvió para comenzar a hablar de su novela. Su elaboración fue una tarea que le llevó más de dieciocho meses, aunque estaba pensando en ella desde hace doce años. En ese tiempo entrevistó a gente y consiguió información
para dar forma a la novela y hacer que fuera verosímil. Con esta obra, el escritor pretende incidir «en el componente personal y las personas como un ejercicio de memoria».

«Muñecos de sombras» no es una novela lineal (el personaje principal aparece cuando el lector ha dejado atrás varios capítulos). Su autor utiliza la técnica de contrapunto, enlazando unas historias que aparentemente no tienen nada que ver entre sí y que obligan al lector a estar muy atento. «Quiero que el lector colabore, que no sea un simple receptor», aseguró. Por eso, dijo, pretende apelar a la inteligencia de los lectores y obligarles a desentrañar parte de la historia. Se trata de una narración impresionista, alejada del realismo convencional, por lo que, apuntó, «da más juego y obliga al lector a colaborar para avanzar en la historia».
La novela pretende recoger sesenta años de vida en el Nalón y hacer una radiografía de la comarca desde los años cuarenta, cuando los protagonistas llegan de Extremadura en busca de trabajo. Recoge en sus 360 páginas momentos de la posguerra, las huelgas mineras de los años sesenta, el final de la dictadura, la movida de los ochenta y la posmodernidad de los noventa, hasta llegar a la década actual, aunque al huir de la linealidad temporal la historia comienza en los años setenta, para saltar posteriormente a los cuarenta.
Los personajes son prototipos, algunos reales y otros de pura invención, pero en ambos casos «aunque puedan recordar a personas reales, no lo son, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia», sostuvo. A pesar de que se mueven por Barredos, el entrego, Ciaño o sama, la obra no pretende ser local sino global.
En el último tramo de la intervención, aprovechó para presentar a los asistentes una avance de lo que será su próxima novela, que espera ver la luz el próximo año, dejando en suspense al público con un efecto que los libros de marketing definen como crear necesidad en el cliente. Ya al final leyó un texto de la novela «los hermanos Karamazov» de Dostoievski para reafirmar la fuerza y el entretenimiento que aporta la narración frente a otro tipo de escritura como el ensayo historiográfico o cualquier lectura que no esté orientada a la ficción.
[De La Nueva España, 17-3-10. Foto Fernando Rodríguez.]